Mi paso por el colegio me permitió abrir mi mente y sorprenderme con nuevas oportunidades que se me presentaban. Me ayudó a ser más creativa y centrada, sobre todo en el aspecto humano, gracias a mi estrecha relación con amigos y profesores del centro.

El Colegio me ha ayudado a descubrir mi propia creatividad y potencia intelectual. Me ha formado con muy buen nivel en artes y he podido desarrollarlo en escenografía, story board y varios trabajos.

Aprendí Matemáticas, Química, Física, Lengua, Italiano… pero quizá la mejor lección que se me enseñó fue a mirar detrás de la fachada de los que te rodean. Detrás del guay, del tímido, del guaperas… detrás de todas esas etiquetas está la historia de cada uno. Todos necesitamos sentirnos queridos y cuidados con todo lo que somos. Ahora intento mirar así a mis pacientes.

El teatro ha sido una forma de sacar a la luz la parte sensible que guardamos cada uno. Saber meterse en el papel de otro personaje, sentirlo en su totalidad, y llevar esa experiencia a la realidad, aprendiendo a observar mejor el sentimiento de las personas que me rodean, ayudándome a tener una mente más abierta que me permita reconocer la grandeza que guarda cada persona en su interior.

Los proyectos de creación de empresa del colegio me ayudaron a darme cuenta que al desarrollar ideas propias en equipo sentía una autorrealización y disfrute que no tenía con nada más sobre todo por ver que lo que estaba aprendiendo tenía una utilidad y que yo mismo era capaz de hacer y aportar cosas al mundo real.

Durante la ESO y el bachillerato en el Newman, me empezaron a gustar mucho las ciencias, principalmente la Biología y la Física. Sobre todo me encantaba ver que se pueden entender y conocer un mundo tan pequeño como el de la célula. Por eso, estudié Bioquímica en la UAM. Quiero seguir estudiando para continuar aprendiendo y además poder de alguna forma devolver o poner al servicio de los demás lo que yo he tenido la suerte de aprender.