En el camino científico que recorren, los alumnos aprenden a usar adecuadamente la razón aplicando el método oportuno de cada disciplina y adoptando la actitud justa ante cualquier investigación, el realismo, que invita a mirar cada aspecto de la realidad sin ideas preconcebidas, aprendiendo a partir de lo que se observa, no de lo que se cree saber, interrogando y observando su comportamiento desde el plano conveniente. Hacemos nuestra así la sugerencia del Premio Nobel de Medicina Alexis Carrel:
“Poca observación y muchas teorías llevan al error. Mucha observación y pocas teorías llevan a la verdad.”
El alumno tiene la posibilidad de recorrer los pasos y cada una de las etapas del método científico, observando, interrongando, investigando, midiendo, proponiendo hipótesis o comprobando, así como redescubriendo o reinventando algunos de los pasos de los gigantes sobre cuyos hombros, como decía Newton, reposa nuestro saber científico y tecnológico.
“Si consigo ver más lejos es porque he conseguido auparme a hombros de gigantes”.
Este proceso se va haciendo experiencia personal y, por tanto, aprendizaje del alumno con la guía insustituible del profesor, que acompaña cada paso ayudando a conectar el hecho concreto que se está experimentando con la totalidad de la realidad.